Decía Aristóteles que:
“cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
Yo te llevo esta misma frase al mundo de la comunicación.
Cualquiera puede hablar o escribir, pero darle a alguien concreto el mensaje adecuado en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo más persuasivo posible, eso ciertamente, no resulta tan sencillo.
Por este motivo Internet está plagado de textos vacíos, sin sentido, e incluso, a veces contraproducentes para la propia empresa que los difunde.
Llevo muchos años en el mundo de la comunicación y muy pocas empresas le han dado el peso que merece.
Y encima ahora pretenden apoyarse en Internet para vender más y capturar más clientes.
Una decisión que no solo es correcta, sino necesaria.
Pero para que haya resultados, se deben hacer bien las cosas.
Y eso significa que tus mensajes deben ser como la bala que lanza un francotirador.
Directos y efectivos.
Y para que lo entiendas te pongo un ejemplo.
Si tu web es muy bonita pero no captas el interés rápido con tu mensaje principal, tendrás una alta tasa de rebote.
Sin embargo, aunque sea menos bonita si ya impacta con las primeras líneas, el tiempo medio de estancia en tu web se incrementa.
Y eso es bueno, muy bueno.
Es la antesala a un nuevo contacto o una venta.
Porque si siguen leyendo y por tanto te dan la oportunidad de que puedas seguir convenciéndolos, acabarán haciendo lo que tú quieres que hagan.
Puede ser suscribirse a tu lista, que te dejen sus datos en un formulario de contacto, que te llamen…
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